¿Estética y Autoestima?
El intenso escrutinio en redes sociales, y la consiguiente presión por estar siempre perfecta, ha propiciado un aumento de intervenciones de medicina y cirugía estética, además de una creciente falta de autoestima entre los más jóvenes.
¿Por qué Instagram, Facebook o YouTube se han convertido en el perfecto caldo de cultivo para los haters? Basta un vistazo rápido a las publicaciones de cualquiera con un buen séquito de seguidores para observar que, ya no solo tras el amparo del anonimato, usuarios de todo el mundo emiten alegremente comentarios dañinos de un modo que sería impensable en la vida real. Desde opiniones sobre el físico de personajes más o menos públicos hasta juicios hirientes que traspasan lo anatómico, las redes sociales se han convertido, para muchos, en un vertedero de opiniones nocivas y comentarios fuera de lugar. Recientemente, un estudio del Pew Research Center alertaba del “modo en que las actividades digitales de la gente pueden socavar la verdad, fomentar la desconfianza, poner en peligro el bienestar de las personas cuando se trata de la salud física y emocional, permitir a los trolls debilitar la democracia y la comunidad y matar la privacidad”.
Ciara Molina, psicóloga emocional y autora de Emociones expresadas, emociones superadas (Zenith), explica que:
“Ese juicio constante habla siempre desde el rencor y deja entrever las carencias propias de esas personas. El hecho de que se refugien en redes sociales tiene dos explicaciones: que permiten un anonimato, por lo que quien critica se siente más seguro, y que una persona con mala gestión de sus emociones no tolera el supuesto perfeccionismo que se ve en la vida de los demás”.
Muchos, defienden, hablan ‘sin ánimo de ofender’. Sin embargo, tal y como apunta Molina:
“Quien lo hace ya está poniendo una intención en todo lo contrario, la ofensa, porque se está justificando ante la sensación de malestar de su interlocutor”.
Estos comentarios no caen en saco roto. Muy al contrario, afectan a la autoestima de quien los recibe y provocan varias consecuencias. ¿La más inmediata? La presión social por estar siempre perfecta (esto es: evitar las críticas), que ya ha comenzado a reflejarse en las consultas de cirujanos y médicos estéticos, quienes cada vez reciben más pacientes que quieren parecerse a su propia foto pasada por filtros.
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