La paradoja actual es que tenemos más comodidades y oportunidades que en toda la historia de la humanidad, pero aun así no nos sentimos felices. Hemos avanzado tecnológicamente estando hiper comunicados, disponiendo de una gran industria del entretenimiento y todavía notamos que nos falta algo, ya que por más cosas que conseguimos, nunca es suficiente. Seguimos experimentando un vacío muy grande, una falta de equilibrio interno que no sabemos muy bien de donde procede.

Estamos tan sobre saturados de estímulos externos que nos hemos desconectado de nuestro ser. Por esta razón, hoy proponemos volver a lo más básico, cuidar de lo más importante: nosotros, que es precisamente lo que ha ido quedando en último plano y una de las razones por las que habitualmente nos sentimos inestables emocionalmente.

Si a menudo te sientes cansado/a, con poca energía, te asalta el pesimismo, te propones empezar nuevos proyectos, pero al final te sientes desbordado/a y acabas procrastinando, es que tu estado de ánimo se encuentra desequilibrado.

Es normal tener la sensación de perder nuestra estabilidad emocional de vez en cuando, el problema es cuando se convierte en algo constante. Sin embargo, si dedicamos un tiempo a desarrollar unos hábitos más saludables, nos será mucho más fácil reconectar con nuestro bienestar interior. La clave está en observarnos y conocernos de tal manera que sepamos cómo prevenir algunos altibajos regulando el estado emocional.

Los estados de ánimo no son positivos o negativos, no todo es blanco y negro, nos movemos más bien en escalas de grises. No hay que evitar a toda costa el sentirse enfadado/a o decaído/a. La ira, el miedo, la tristeza, el asco... pueden ser emociones necesarias y adaptativas en muchas situaciones que nos sirvan para tener precaución, huir si es necesario, atravesar un duelo para luego superarlo, entender que hemos de cambiar situaciones que no nos gustan, etc.

El inconveniente reside cuando se vuelve algo recurrente, teniendo reacciones desproporcionadas ante problemas cotidianos que nos impiden y nos limitan en el avance de nuestros objetivos.

RECURSOS A LOS QUE PODEMOS RECURRIR

Para aprender a gestionar mejor nuestros estados internos, y que nos sintamos con más energía, vitalidad y motivación, vamos a enumerar algunos recursos muy básicos y sencillos que nos pueden ayudar. Si los ponemos en práctica notaremos una gran diferencia.

“Cuerpo sano mente sana”

Parece algo obvio pero la sociedad actual, en general, propicia a que vayamos estresados y sin tiempo, corriendo de un lado a otro, por lo que nos olvidamos de comer bien, y/o tenemos una vida bastante sedentaria. Está demostrado que si no ingerimos los nutrientes necesarios nuestro cuerpo y nuestro cerebro se pueden ver afectados, repercutiendo esto en el estado de ánimo.

• Cuida tu alimentación: Desayunar bien todas las mañanas es muy importante para empezar bien el día. Una dieta equilibrada te aportará beneficios increíbles haciéndote sentir menos pesado/a y más enérgico/a. No te olvides de comer fruta, verdura y beber mucha agua diariamente.

• Haz deporte regularmente: Si eres de los que odian ir al gimnasio, busca qué es lo que te gusta o encaja más contigo y empieza hacerlo. Algunas posibilidades serían, por ejemplo, pasear por la playa, ir en bicicleta, hacer senderismo por la montaña, apuntarte a bailar, a yoga, etc.

Si todo esto se te hace cuesta arriba, dentro de lo posible, intenta caminar para ir a los sitios que vas habitualmente en transporte. Si dedicas ni que sea una hora al día a activar tu cuerpo, te sentirás mucho más lleno/a de vitalidad.

“Disfruta de las pequeñas cosas”

Sí, parece una chorrada, pero observar el cielo durante una puesta de sol, mirar los árboles como se mueven, u observar a la gente pasar por la calle puede ser maravilloso. Las pequeñas cosas, son aquellas que suceden todos los días de nuestra vida y muchas veces pasamos por alto.

La llamada de un/a amigo/a, la sonrisa de alguien, el placer de quedarte en casa, unas palabras amables, disfrutando la soledad, el día precioso que hace, la lluvia, un abrazo, y así infinitas cosas. Si estás concentrado/a en todo lo malo que crees que hay en tu vida, o en lograr la gran felicidad, pueden pasarte por delante cosas bonitas y que ni si quiera las percibas.

• Practica la respiración consciente: Respirar adecuadamente con intención, te ayuda a conectar con el momento presente y a desconectar los pensamientos limitantes. También favorecerá a que prestes más atención a las pequeñas cosas.

Si empiezas a utilizar esta técnica cada día verás como poco a poco te liberas de ansiedades, y fluyes más conectando con los detalles del momento, valorando lo que se encuentra a tu alrededor. “No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita”.

“Huye de la inmediatez”

A lo largo del día nos enfadamos o molestamos infinidad de veces por nimiedades que nos suceden; “que hay mucho tráfico, que el tren ha llegado tarde, que alguien se me ha colado en la cola del súper, que me han cambiado los planes, que han tardado en atenderme en la cafetería”, etc.

• Entrena la paciencia y la empatía: Como bien hemos dicho la era actual propicia el querer tenerlo todo rápido, fácil y ya. Nos frustramos con una facilidad impresionante.

Si te pones en el lugar de los demás entenderás que quizá han tardado más en servirte el café porque hay mucha gente haciendo cola, o te han anulado un compromiso porqué esa persona verdaderamente no podía, etc. Al tratar de entender la situación te ayuda a ser más tolerante y no alterarte tan fácilmente. La paciencia es una virtud. En lugar de ser reactivo/a, intenta ir con más tiempo, salir antes, para prever imprevistos y aprovechar las colas o los atascos para calmarte y parar.

“Exprésate”

Cuando dejamos de comunicar lo que sentimos por miedo a las consecuencias, notamos interiormente un peso muy grande. Las emociones desagradables si no se expresan no se disipan por arte de magia, se pueden enquistar e ir aumentando.

• Habla de tus emociones y sentimientos: Si algo no te ha sentado bien, en vez de guardártelo intenta hablarlo con esa persona. Siempre partiendo de un lenguaje adecuado asertivo. Aprender a comunicarte y a expresarte te ayudará a afrontar lo necesario para seguir creciendo. Construir muros no solo te protege de lo exterior, sino que te deja dentro encerrado/a y solitario/a.

“Desconecta”

Parece que desconectarnos del móvil un día o unas horas puede tener consecuencias catastróficas. Hace pocos años no teníamos WhatsApp y no sucedía absolutamente nada. Estamos acostumbrados a estar disponibles para cualquier cosa y eso no es sano.

• Apaga el teléfono: o pon el modo avión unas horas antes de ir a dormir. Reserva un espacio al día para estar a tu aire sin ningún estímulo externo y dedícatelo a ti. Esto te ayudará a conectar contigo, y si lo haces por la noche, también a descansar mejor. Alejarte del ruido te servirá para conectar con el silencio y a escucharte más, es algo muy necesario que se nos suele escapar por el ritmo frenético.

En conclusión, nuestras herramientas básicas empezarán por lo físico, comer bien, y cuidar nuestro cuerpo como si fuera un templo, apreciando los detalles de las pequeñas cosas, pasando por entender a los demás, siendo más flexibles ante las situaciones que se presentan y expresándonos con sinceridad aprendiendo a comunicarnos mejor, y dejando espacios personales de tranquilidad y reflexión.

Si practicamos estas pautas sencillas, funcionaremos mejor y gozaremos de un ánimo más optimista para hacerle frente a cualquier obstáculo, además de sentirnos con más fuerzas para conseguir lo que queremos, encontrando un equilibrio que le dé sentido a lo que hacemos.

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